viernes, abril 11, 2008

EL CAFE LEVANTE


De vez en cuando me gusta que la gente sepa de donde soy y a quien debo casi todo lo que soy en este mundo de la “papiroflexia”.

En esta entrada me gustaría contaros algo del lugar que nos aloja desde hace muchísimos años “El Café Levante”.

En los comienzos del Grupo Zaragozano, entorno a los años 40, se celebraban sus reuniones en un Café tertulia llamado café Rió Club, situado en pleno centro histórico de nuestra ciudad.

Ese grupo desapareció y durante casi una década Zaragoza se quedo sin un grupo estable que portara el nombre de esta afición.


En los años 70, la casualidad hizo que se juntaran dos jóvenes a los que desde la infancia les atrajo la Papiroflexia, Carlos Pomaron y Gabriel Álvarez, decidieron retomar las riendas dejadas por el antiguo Grupo Zaragozano, comenzando por volver a unir a los miembros dispersos del antiguo Grupo, después de mucho trabajo de investigación, se volvió a reunir el grupo, retomando la tradición del anterior grupo, se busco un Café tertulia es este caso seria el Café Levante.

En la época que yo comencé a participar con el grupo comienzos de los años 90, las reuniones se hacían en el bajo del Café.


Después de descender una pequeña escalera que va a los servicios del bar, una puerta central, abría el paso angosto de una treintena de escalones que culminaban en un acogedor salón, una gran mesa, rodeada de sillas de dura madera nos acogía lunes tras lunes a los miembros del grupo.


Allí pude descubrir a la familia Momotani, a Akira Yoshizawa, a Kasahara, a Fumio Inoue y a otros muchos amigos que quisieron compartir con nosotros muchas tardes de plegado.

Debo agradecer a Carlos, el dueño del local, su amabilidad hacia nosotros, el y su mujer siempre nos apoyaron, como lo hacen ahora su hijo y su esposa.

Gracias a ellos aun los lunes de 8 a 10 el café se llena de “pajaritas”, ahora ya no se puede bajar al sótano, lastima, las normativas de seguridad de incendios.

Ahora estamos en la superficie, donde todos nos pueden ver, mezclados con los asiduos del café, con la gente que viene para compartir charla con una horchata y una leche merengada.

Ahora la gente nos señala, nos gusta ser “los locos que hacen pajaritas de papel”